Por: Augusto Lostaunau Moscol
En 7 Ensayos de Interpretación de la Realidad Peruana de José Carlos Mariátegui, el cuarto ensayo se ocupa de El Proceso de la Instrucción Pública, el cual ha generado muchas interpretaciones entre los estudiosos de la obra del Amauta como de quienes se han enfocado en la Educación en el Perú como un Problema y una Posibilidad. En su artículo El Proceso de la Instrucción Pública (1980), el reconocido filósofo peruano Augusto Salazar Bondy, hace un seguimiento de las propuestas de Mariátegui junto a algunas apreciaciones críticas del modelo planteado por el fundador del socialismo peruano.
Augusto Salazar Bondy sostiene que:
“La educación que se establece en nuestro país, como en los demás de América, es, pues, como sistema y como ideología, la que corresponde a la perspectiva mental y a los intereses vitales de la Corona, es decir, de la nación dominadora, tal como sus gobernantes y su clase dirigente de entonces los entienden” (1980: 36).
Durante el Perú Colonial, el sistema educativo impuesto por los invasores estaba en función directa con sus ideas y sus intereses. Lo que significó que aquellos que lograron acceder a esa educación, desarrollaron una visión del Perú bajo los criterios de dominación. Esa pequeña minoría criolla y algunos representantes de la nobleza indígena que fueron educados formalmente, desarrollaron un pensamiento a favor de la Corona. La educación como un factor primordial para la explotación y la dominación externa. La nobleza imperial de Castilla impuso sus dogmas que funcionaron perfectamente como criterios de interpretación de la realidad.
Además, como muy bien afirma Salazar Bondy:
“Este tipo de educación no terminó con el fin del Virreinato y no podría terminar con él por la subsistencia de un régimen económico substancialmente igual al colonial. Mariátegui resalta con toda razón el hecho de que más allá de las guerras de emancipación se mantuvo la herencia española de una educación restrictiva y ajena a los valores de la práctica” (1980: 37).
La Independencia de 1821 no significó mayores cambios o transformaciones para el Perú en todos sus factores. Ni en lo económico y mucho menos en lo educativo. La educación siguió siendo un privilegio de una minoría. Los “Nuevos Peruanos” fueron en realidad los “Criollos de Ayer”. Esas familias que juraron lealtad a España hasta el último día. Y, cuando asaltaron el poder de la naciente república, ellas mismas se transformaron en una suerte de nobleza colonial extranjera. A su poder económico le agregaron el control de la educación, con los cual su poder social fue consolidado. Junto al título de Marqués o Conde se unió el grado de Doctor. El Perú republicano del siglo XIX y de las primeras décadas del siglo XX, es una continuidad del Perú de fines del siglo XVIII.
Por ello, Salazar Bondy agrega que:
“La herencia española -la primera gran influencia de las tres que para él obran sobre nuestra educación, siendo la francesa y la norteamericana las dos siguientes en el curso del proceso educativo nacional- es una herencia negativa, no sólo por los elementos de colonialismo y feudalismo que comporta, como hemos visto, sino también por española. Y es que el español como pueblo posee ciertas características que lo descalifican para la tarea de construir el mundo moderno” (1980: 37-38).
Desde el Humanismo -o Renacimiento como aún lo siguen denominando algunos autores- el ser humano es el paradigma de cambio en la sociedad. Esta propuesta se consolidó desde el desarrollo de las ideas liberales en Inglaterra y Francia del siglo XVII. Por el contrario, históricamente, la sociedad española jamás se acercó -como proyecto político desde la corona- a ese paradigma humano y permaneció bajo los ideales del feudalismo clásico. Por lo tanto, el sistema educativo impuesto era fiel reflejo a esos ideales feudales. Incluso, hasta esclavistas. Pero, ya eran tardíos para el desarrollo de occidente.
Esa herencia educativa española colonial-feudal sobrevivió en el Perú durante el siglo XIX. Así se educaron los varones de la clase dominante-terrateniente. Sus mujeres también. Quedando al margen las grandes mayorías indígenas-campesinas y negras urbano-rurales. Es que. Para las clases dominantes peruanas, la educación no tiene que ser democrática. Si lo fuese, simplemente la eliminarían. En cambio, es tan útil a sus intereses que hasta la han mercantilizado.
Salazar Bondy, Augusto. El Proceso de la Instrucción Pública. En: Presencia y Proyección de los 7 Ensayos. Biblioteca Amauta. Lima-Perú. 1980.