Por: Augusto Lastaunau Moscol
Descendiente de una familia de alcurnia y abolengo colonial, el joven José de la Riva-Agüero y Osma, emprendió un viaje por las regiones del sur andino peruano y el Alto Perú en 1912. Alberto Flores-Galindo indicó:
“En 1912, un joven limeño de apellido aristocrático y autor de una brillante tesis de historia, emprende un viaje por la sierra sur. José de la Riva Agüero, pertrechado de libros y mapas, se embarca del Callao a Mollendo, allí toma el ferrocarril a Puno y desde el altiplano, acompañado por un amigo limeño, arrieros y varios sirvientes, recorre durante tres meses Cusco, Apurímac, Ayacucho hasta el valle del Mantaro” (1988:289).
José de la Riva-Agüero recorrió los mismos parajes y ciudades que, casi un siglo antes, también fueron transitados por Alexander Von Humboldt, quien en 1811 publicó su libro Ensayo Político sobre el Reino de la Nueva España. En dicho texto, resaltó la figura de Túpac Amaru, indicando que:
“El grande alboroto de 1781 estuvo apique de quitar al rey de España toda la parte de las montañas del Perú, en la misma época en que la Gran Bretaña perdía casi todas sus colonias en el Continente de América” (citado por Flores-Galindo 1988: 156).
No cabe duda de que Von Humboldt, como científico y estudioso de mucha rigurosidad académica, encontró información y testimonios sobre la Revolución del 4 de Noviembre de 1780. Esta información de primera mano le permitió entender la magnitud de la Revolución liderada por Túpac Amaru y Micaela Bastidas se extendió rápidamente por casi toda Sudamérica, haciendo peligrar al imperio español. Lo comparó con la Independencia de los Estados Unidos. Esa misma región, posteriormente, fue recorrida por Clement Markham, quien también escribirá sobre la Revolución Tupacamarista.
Producto del viaje de 1912, José de la Riva-Agüero también escribió un libro: Paisajes Peruanos. Pero, fue publicado por entregas entre 1916 y 1941. Nuestro autor murió en Lima en 1944, a la edad de 59 años. Recién en 1965, el libro será publicado -en edición póstuma- como un texto orgánico. Destacando -también- el Estudio Preliminar de Raúl Porras Barrenechea fechado en agosto de 1955.
En Paisajes Peruanos, José de la Riva-Agüero, cita sólo tres veces a Túpac Amaru. Es más, lo indica como Condorcanqui. Teniendo como fuente la edición de 1995, indicamos que la primera vez que Condorcanqui aparece en los Paisajes Peruanos es en la página 27. El motivo es el elogio que Riva-Agüero realiza sobre el Señor Obispo del Cusco Agustín de Gorrichátegui, de quien dice:
“El sabio y dulce Obispo, que fue en Lima el maestro de la generación del Mercurio Peruano y que murió en Urubamba por los afanes de sosegar una insurrección precursora de la de Condorcanqui, merece recordarse como una de las más honrosas figuras intelectuales y morales de la Colonia en la centuria décimoctava” (1995: 27).
El sacerdote Agustín de Gorrichátegui nació en Panamá en 1716. Fue nombrado Obispo del Cusco en 1769, luego de un largo periodo de trabajo intelectual y académico en Lima. El 22 de octubre de 1776 estalló un levantamiento en Urubamba contra el corregidor. Gorrichátegui intervino para evitar la masacre de los indígenas. Logró su objetivo, pero repentinamente murió. La cita que Riva-Agüero hace sobre Condorcanqui es para indicar que cuatro años antes de la Revolución de 1780, los indígenas de Urubamba se habían sublevado contra la autoridad colonial del lugar.
La segunda cita se realiza en la página 60. Riva-Agüero indica que:
“De Abancay fue la hermosa Micaela Bastidas, que casó con el que mereció llamarse postrer Inca, José Gabriel Condorcanqui, curaca de Tungasuca (el segundo Túpaj Amaru, descendiente del primero); ejecutada con su marido, su hijo y su hermano en la plaza del Cusco el año 1781” (1995: 60).
La trágica muerte de la “hermosa Micaela Bastidas”, junto a su hijo y hermano, ¿fue causada por su matrimonio con Condorcanqui? ¿Fue la “ambición” de Condorcanqui lo que destruyó a su familia? Estas -y otras muchas preguntas- quedan flotando cuando uno lee esa parte de Paisajes Peruanos.
La tercera y última cita se encuentra en la página 205, cuando Riva-Agüero explica la importancia del Convento de Ocopa, de su majestuosa biblioteca y de Fray Francisco de San José. Dice:
“Mas ocurrió entonces la insurrección de Juan Santos, intitulado el nuevo Atahualpa, ensayo algo bufo de restauración indígena, que fue como el preludio de la rebelión de Condorcanqui” (1995: 205).
Otra vez se desea destacar que la Revolución de 1780 “no fue” la primera manifestación de “protesta indígena” o de “ensayo algo bufo de restauración indígena”.
No cabe duda de que, en las tres citas, la figura de Condorcanqui es intencionalmente disminuida hasta el punto de negarla. La idea fue destruir el recuerdo de la Revolución de 1780 entre los peruanos.