Por: Ramón Gastón Barúa Lecaros
Deseo expresar mi profunda preocupación por la grave crisis moral por la que se atraviesa nuestro país. La Constitución Política del Perú en su primer artículo refiere que el fin supremo del Estado y la sociedad; es la persona humana. Por consiguiente, es ineludible la misión de los gobernantes, orientar las políticas públicas para vivir en paz, unidos y con el esfuerzo común de nuestros pueblos.
«Servir, es darle a la persona humana, el privilegio Divino de su Creación».
Gastón Barúa Lecaros.
La crisis moral por la que atraviesa nuestro país, corroe las entrañas de la Democracia, frena la Justicia Social, compromete la Gobernabilidad del país y trastoca la aspiración del progreso y la pacificación.
Los actos vandálicos nominados «Conflictos Sociales» so pretexto de la defensa medio ambiental, incrementa la delincuencia en todas sus modalidades, sin que haya voluntad de mantener la justicia, la seguridad y el orden interno.
La displicencia orgánico-institucional, permite la corrupción de «rey a paje» debilitando la institucionalidad, desprestigiando la imagen del país, induciendo la anarquía generalizada y propiciando una profunda crisis que quiebra los principios y valores de una sociedad emergente.
Hoy la indigencia moral compromete al presidente, los expresidentes y a los parlamentarios ineptos e irresponsables, que pueden ser desaforados. La ausencia de liderazgo y la manifiesta anomia gubernamental, incrementa la anarquía nacional.
Sin embargo, se pretende en el Hemiciclo Congresal llevar a cabo una votación en favor o en contra de la Confianza, que demanda el reciente nombrado jefe del Gabinete de Ministros.
Me pregunto…
Qué puede resolver una votación en el Hemiciclo, si el presidente de la República no ha mostrado capacidad de Liderazgo, para interpretar las aspiraciones y necesidades básicas del pueblo.
Qué puede resolverse en este período, que no pudo resolverse por décadas y en años anteriores, plagados de improvisación y mediocridad.
Qué puede decidir la votación de un mandatario, si meses atrás, el responsable de la administración del país, perdió autoridad, concediendo la decisión gubernamental a otras personas o a grupos, moralmente cuestionados
Hoy nuestra gran preocupación debe ser la pacificación, la unión de los pueblos y el desarrollo del país.
Si no hemos madurado en lo cívico, moral y ético, poco podemos comprender a los líderes de otros tiempos, como es el caso del brillante político y excepcional orador Víctor Raúl Haya de la Torre quien en uno de sus discursos sentó las bases de la democracia, al expresar:
«La misión del aprismo es llegar a la conciencia del pueblo, antes que llegar a Palacio. Y a la conciencia del pueblo no se llega ni con oro ni con fusiles. A la conciencia del pueblo se llega, con la luz de una doctrina, con el profundo amor de una causa de justicia…» Dic. 1931
Igualmente, el connotado líder, Luis Bedoya Reyes, en las postrimerías del gobierno de Velasco definió la situación del país, que sigue vigente:
«Se ha debilitado al país, llevándolo a nivel de bancarrota. Un país sujeto hasta hoy, a una sumisa dependencia internacional. Un Perú desintegrado, desunido, enfrentado, soliviantado en todas sus clases sociales.» Debemos superar este nefasto actuar, asumiendo frente al totalitarismo, con libertad y derechos humanos. Desterrando el atraso y la pobreza.
Asimismo, “generando trabajo, tecnología y ciencia, apoyados en la inversión y en la distribución equitativa de la riqueza. Combatiendo la delincuencia y el crimen en todas sus modalidades con mano firme y aplicando el peso de la ley, sin distingo alguno».
Pero también, es importante recordar y asumir lo que dijo el filosófico concepto del Estadista Fernando Belaunde Terry quien definió en una sola frase lo que debe ser nación, patria, país y Estado, para todos los peruanos:
«EL PERÚ COMO DOCTRINA»
Por todo ello, en los debates y las decisiones históricas del Congreso, se debiera evitar el esperpento e injustificable escenario actual, a cambio de motivar la acción, en defensa de nuestros derechos fundamentales, asumiendo la responsabilidad compartida de crear nuevas formas de gobierno, que nos permita una convivencia nacional.
Orientemos a nuestra sociedad, hacia una política de Integración Nacional y al fortalecimiento de la Identidad Nacional.
Debemos asumir el ejemplo de las poblaciones, andina y amazónica, que han escrito una nueva historia, al doblegar a la naturaleza, con esfuerzo y sacrificio para subsistir, a pesar de la secular ausencia de políticas públicas, que se mantienen hasta hoy día, pese a los mensajes mesiánicos del gobernante.
Mantenernos indiferentes, anodinos y aletargados, es no reconocer la opción de los jóvenes de hoy, para que accedan al derecho de conducir al país, en forma responsable y con capacidad de gestión, integrándose en una Comunión Generacional con la gente que posee conocimientos de la realidad, equilibrio emocional y experiencia, a la par de solvencia moral.
El Perú necesita una juventud académicamente formada, que tenga fortaleza moral y espiritual, que exhiba convicción, tenacidad y perseverancia en la búsqueda de mejores rumbos.
“La decisión de hoy será el destino del mañana”.
Gastón Barúa Lecaros.
Esta máxima debe ser el corolario de la responsabilidad compartida, para renovar el amor a nuestra patria, con valor, capacidad, energía, fortaleza moral y con la fuerza espiritual que nos ha concedido el Ser Supremo, honrando así, a los héroes que brindaron su vida en defensa de nuestra soberanía y de nuestras vidas.
“Unamos nuestras voluntades e inteligencias para integrarnos en una Comunión Generacional que permita la recuperación de los valores y principios cristianos, con el esfuerzo común de los pueblos, unidos en el sentimiento y en la acción”.
«POR UN PERU GRANDE, JUSTO Y EQUITATIVO»