Por: Augusto Lostaunau Moscol
Estas son palabras que se escriben de manera urgente. Por las redes sociales nos hemos enterado de la lamentable partida del historiador, profesor y amigo Fernando Lecaros Villavisencio. Ha sido un día muy atareado, pero existen personas a las que se les debe entregar un momento, una pausa y una acción. Y el maestro Lecaros lo merece.
Como la gran mayoría de quienes fuimos niños en la década de los 70´s y adolescentes secundarios en la primera parte de la década de los 80´s, hacer la tarea escolar no era muy difícil. Para ello contábamos con los libros heredados de nuestros hermanos mayores. Tengo la suerte de tener tres hermanos mayores quienes me fueron dejando una buena cantidad de textos.
En el colegio nacional a nadie le importaba si el libro tenía 5 o 10 años de antigüedad. Incluso, en esa época, los mismos profesores nos indicaban que “mientras más antiguo el libro era mejor porque contenía más información”. Así que, los libros escolares, y otros, se apilaban en mi casa.
Por mi inclinación hacia las letras y, particularmente, hacia los cursos de Historia del Perú e Historia Universal. Consideraba muy valioso tener esas herencias. Enterado de esta lamentable noticia sobre el profesor Fernando Lecaros, he tomado de mis anaqueles tres libros que tengo desde esos años felices: Historia del Perú y del Mundo S.XIX; Historia del Perú y del Mundo SXX (con prólogo de Jorge Basadre); y Visión de las Ciencias Sociales. Todos editados por RIKCHAY PERÚ.
Estado en la universidad, pude comprar otros libros editados por Fernando Lecaros, por ejemplo, El Joven Basadre. De RIKCHAY PERÚ también logré los libros de Piedad Pareja Pflucker: Anarquismo y Sindicalismo en el Perú y Aprismo y Sindicalismo en el Perú. Incluso, adquirí los cuatro primeros números de la revista RIKCHAY-PERÚ. También hemos conseguido la Historia de la Literatura Republicana del maestro Washington Delgado (con quien ya debe haberse encontrado en la infinidad de la trascendencia) y un texto muy peculiar, una selección de Cuentos Infantiles Peruanos que fue realizada por su hija Ana Teresa cuando cursaba sus estudios primarios. Lo que demuestra que fue un gran animador y un comprometido difusor de las ciencias sociales y del pensamiento crítico en el Perú de las últimas 5 décadas.
En 1990 tuve la suerte de conocerlo. Gracias a él pudimos asistir a un gran homenaje que realizó la Escuela Académica Profesional de la UNMSM, en La Casona, por los diez años de la muerte de Jorge Basadre. Fuimos testigos de un acalorado debate entre el maestro Carlos Lazo García y el doctor David Sobrevilla Alcázar, sobre el marxismo en el Perú. Fue una noche espectacular en un auditorio lleno de jóvenes. Dos posiciones divergentes y en conflicto.
Debido a su amistad, también logramos conocer al maestro Percy Cayo Córdova. Era muy interesante conversar con ellos. Entre anécdotas y recuerdos iban interpretando los acontecimientos de la coyuntura política peruana de inicios de la década de 1990. Yo era un joven veinteañero que aprovechaba la ocasión para preguntar y preguntar. Ellos siempre muy dispuestos a responder. Amables en extremo y divertidos eternos. Pienso que ahora estarán los dos riéndose de lo que conversamos, en algún bar del tiempo infinito.
En 1994, cuando se cumplió el Centenario del nacimiento del Amauta José Carlos Mariátegui, en la Universidad Nacional Federico Villarreal, un grupo de alumnos, egresados y docentes decidimos realizar una serie de actividades para celebrar tan magno momento. Yo era Asistente de Cátedra y, como egresado, participe en el segundo evento.
Invitamos al maestro Fernando Lecaros Villavisencio quien, inmediatamente, aceptó. Una semana de conferencias sobre José Carlos Mariátegui en el Paraninfo del Local Central de la UNFV. Nosotros íbamos preparados para repeler cualquier situación anómala (léase ataque de los búfalos). Nuestra labor era defender a los invitados. Uno de ellos fue Javier Mariátegui Chiappe.
Esa noche será imborrable para quienes estuvimos ahí. Un grupo de búfalos apristas que ahora trabajaban para la Comisión Interventora de la Dictadura de Alberto Fujimori intentó impedir que el hijo de Mariátegui tome la palabra. Inmediatamente nos movilizamos con nuestros “medios” para repeler a los búfalos y nos dimos con la grata sorpresa que Fernando Lecaros ya había actuado.
Por el contrario de lo que pensamos, tuvimos que intervenir para rescatar al búfalo de las manos del maestro. Luego, durante las celebraciones, nos dijo: “estas manos sirven para escribir y defender la verdad”. Esa mesa, en un viejo bar de Lima, es histórica y eterna: Javier Mariátegui Chiappe; Fernando Lecaros Villavisencio y Jorge Cáceres-Olazo Monroy. Hoy, todos han partido.
Fernando Lecaros Villavisencio ha partido al encuentro de tantos que sólo se han adelantado. Y, hoy, he querido escribir unas líneas para recordarlo. Jovial, simpático y narrador de divertidas anécdotas. Nada más.