Por: Augusto Lostaunau Moscol
En el Perú, en la década de 1970, se produjo un fuerte debate sobre el carácter de la sexualidad en el antiguo Perú -léase Perú preincaico- en el cual participaron investigadores, estudiosos y académicos.
El reconocido Marco Aurelio Denegri fue un prolífico autor, entregando textos y artículos como: Fascinum, Ensayos Sexológicos (1972); La Homosexualidad en la Época Incaica (1977); Los Mochicas: De Todo en el Amor (1977); Una Suerte Zooerástica en el Perú de ayer y de hoy (1979).
El renombrado arqueólogo peruano Federico Kauffmann Doig aportó: Comportamiento Sexual en el Antiguo Perú (1966 con segunda edición en 1978); Mochica, Nazca, Recuay: Temática Sexual (1966).
El destacado maestro sanmarquino Pablo Macera Dall´orso publicó Sexo y Coloniaje (1977).
El maestro villarrealino Máximo Terrazos Contreras aportó con sendos escritos: El Sexo en el Antiguo Perú (1973); Huacos Eróticos del Antiguo Perú (1973); ¿Huacos Pornográficos? (1974); Revolución Sexual Preincaica (1978); Sexualidad en el Antiguo Perú (1980).
Óscar Urteaga Ballón: Interpretación de la Sexualidad en la Cerámica del Antiguo Perú (1968).
Muchos de estos trabajos tienen su origen en la tesis presentada por Julio César Tello, “La Antigüedad de la Sífilis en el Perú”, en 1909 y en Historia de la Medicina Peruana del doctor Hermilio Valdizán Medrano (1944), donde sus autores rescataron la cerámica como documento histórico.
En la actualidad, el antropólogo Lorgio Adalberto Guibovich del Carpio (quien fue nuestro profesor en los años de pregrado) ha publicado «La Vida Sexual del Hombre en el Antiguo Perú» (2006). En realidad, es una lista muy pequeña y arbitraria la que hemos presentado. Existen más autores y más publicaciones sobre el tema de la Sexualidad en el Antiguo Perú, lo que demuestra la importancia científica, académica, social y cultural que tiene.
Por eso, es necesario realizar un recorrido exhaustivo y desprejuiciado del mismo. Ir más allá de la anécdota periodística y de la especulación extraterrestre. Diremos que la cerámica sexual no es pornográfica. Mucho menos lujuriosa, ilegal o pecaminosa. Dejar el espectáculo barato y la cortina de humo a los especialistas en desinformación.
El maestro Máximo Terrazos Contreras, en su libro “La Sexualidad en el Antiguo Perú” (edición de la Universidad Nacional Federico Villarreal. Lima-Perú. 1981), propone las siguientes fundamentaciones:
“En primer término, sostenemos que el sexo, es por excelencia, la fuente natural que genera, multiplica y perpetúa las especies biológicas sobre la tierra” (1981: 11).
La naturaleza del sexo o del acto sexual coital es parte de la propia naturaleza de muchas especies biológicas.
Esa naturaleza, en muchas sociedades, ha sido reforzada con elementos culturales. Mientras que, en otras sociedades, se han creado una serie de criterios culturales que han servido para generar tabúes y prejuicios. Por ello, Terrazos agrega:
“En segundo término, sostenemos que la preincaica de la costa norte del Perú, entre todas las sociedades de la antigüedad en el mundo, se sumergió en el complejo ámbito del sexo, plasmando, en sus más íntimas vivencias, muy lejos, de prejuicios y tabúes aún actuales” (1981: 11).
Más allá de la moda del término, es muy cierto que la vida sexual de los individuos, y de las sociedades a las que pertenecen, es una realidad muy compleja. Es un punto de encuentro entre lo natural, lo cultural, lo social y lo sicológico. No se reduce a la mera y hueca satisfacción o exhibicionismo. Reducir la vida sexual humana a una simple fórmula o guion de actuación, es eliminar la parte humana del sexo. Por ello, Máximo Terrazos acotó:
“En quinto término sostenemos que la sexualidad, también de acuerdo a la definición contemporánea, es la dimensión que todo hombre y mujer poseen en sentido genético, gonádico, genital, morfológico, psicológico, social, y fundamentalmente erótico” (1981: 11).
El sexo es al ser humano un hecho natural. Luego, lo socializa y crea objetos culturales. Ideas y formas de conducta. El sexo es la estructura del ser humano sobre la cual construye manifestaciones sobre-estructurales, en un interminable proceso dialéctico. Por ello, el profesor Terrazos señaló:
“En sexto término sostenemos que erótico es sinónimo de amor y el estímulo más eficaz de la alegría de vivir; y que sólo cuando lo erótico se pervierte, trastócase en lascivo, lujurioso, obsceno, pornográfico o sicalíptico” (1981: 11).
Esto último es lo que han hecho muchos medios de comunicación especializados en desinformar o mal informar. Una expresión de nuestras culturas del Perú antiguo lo han degenerado en un espectáculo de la cultura de la basura.