HUANCABAMBA, PIURA.- Olvídense de Detroit, Tokio o Múnich. La nueva revolución automotriz tiene acento piurano y nació a más de 3.000 metros de altura. Su nombre es LUGAN y es la creación de Luis García Alberca, un joven del caserío de San Antonio que ha logrado una hazaña impensable: construir un automóvil completamente funcional con sus propias manos, diseñado específicamente para los brutales caminos de la sierra.
Durante cuatro años, mientras otros veían obstáculos, Luis vio una oportunidad. Con una determinación de acero, transformó un rincón de su hogar en un taller de innovación. Piezas adaptadas, un motor optimizado para la falta de oxígeno de la altura y un chasis reforzado para soportar el castigo de las trochas, dio forma a su visión. El resultado no es un auto de lujo, sino algo mucho más valioso: una solución. Un vehículo robusto, económico y seguro, hecho por y para su gente.
El lanzamiento no fue en un ostentoso salón del automóvil, sino en el corazón de su comunidad. Rodeado de su familia y vecinos, Luis vio cómo su creación, bautizada «LUGAN» en honor a su nombre (LUesGARcía), recibiendoa la bendición local. Los aplausos no fueron de accionistas, sino de aquellos que entienden lo que significa un viaje seguro por las peligrosas rutas andinas.
«LUGAN no es solo un auto, es un mensaje», parece decir la obra de García Alberca. Un mensaje de autosuficiencia, ingenio y coraje. Demuestra que el talento peruano no tiene límites geográficos y que las soluciones más brillantes a menudo surgen de las necesidades más profundas. Luis García no ha construido un vehículo sencillo; ha fabricado un símbolo de esperanza que ya rueda por las venas de la sierra piurana, abriendo camino a un futuro donde todo es posible.

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