Por: Javier Yoplac
El presente artículo se ha escrito en base a estimaciones, modelos científicos, simulaciones y proyecciones sobre lo que podría ocasionar un sismo de grado 8.8 con epicentro en el mar del Callao, pero también intenta a partir de ello, proponer soluciones sobre que nos quedaría por hacer para mitigar su impacto en la población.
Lima vive sobre una bomba de tiempo silenciosa. Bajo la aparente calma, pero la energía acumulada por más de 275 años de silencio sísmico, amenaza con liberarse. El Instituto Geofísico del Perú (IGP) ha sido claro en su advertencia: la capital no está preparada para el sismo de magnitud 8.8 que, según los modelos científicos, podría ocurrir en cualquier momento. Un evento de esta magnitud no sería una simple réplica del sismo de Pisco de 2007; sería una catástrofe con una energía 9 veces superior, que cambiaría la faz de la ciudad para siempre.
Aunque si usted consulta a la IA sobre cuantas veces más fuerte será el terremoto de 8.8 pronosticado para Lima, esta le dirá que será, 16 veces más fuerte, nosotros somos prudentes en nuestras estimaciones.
Las proyecciones del Instituto Nacional de Defensa Civil (INDECI) y el CISMID pintan un cuadro desolador, un escenario que va más allá de los daños materiales y se adentra en una crisis humanitaria de proporciones históricas.
La Doble Amenaza: El Terremoto y la Furia del Mar
El epicentro, ubicado frente a la costa del Callao, desataría dos enemigos simultáneos. Primero, el violento sacudimiento del suelo. Segundo, un tsunami devastador que, según las proyecciones, golpearía el litoral en apenas 15 a 20 minutos con olas que podrían alcanzar los 10 metros de altura.
Los distritos costeros serían la «zona cero» de la inundación:
- Región Callao: La Punta correría el riesgo de ser completamente inundada. Las zonas bajas del Callao Cercado, La Perla y Ventanilla serían barridas por la fuerza del mar.
- Lima Sur y Centro: La Costa Verde se convertiría en una trampa mortal. Desde Chorrillos hasta San Miguel, las vías, malecones y edificaciones en la franja costera sucumbirían ante el avance del océano.
El Mapa de la Destrucción: Dónde Golpeará más Fuerte
La destrucción no tratará a todos por igual. Tres factores definen el mapa del riesgo: el tipo de suelo, la calidad de las construcciones y la cercanía a los cerros.
- Suelos que Matan: Distritos como Villa El Salvador, construidos sobre un extenso suelo arenoso, y zonas de La Molina, Chorrillos y Ventanilla, sufrirían el fenómeno de «licuefacción». El suelo perdería su firmeza, comportándose como un gel, tragándose cimientos y provocando el colapso de estructuras que en otro lugar podrían haber resistido.
- La Autoconstrucción: Una Sentencia de Muerte: La mayor cantidad de víctimas se concentraría en las laderas de los cerros, donde la informalidad ha ganado la batalla.
- Lima Este y Norte: San Juan de Lurigancho, el distrito más poblado del país, junto con Comas, Independencia, El Agustino y Ate (Huaycán), verían el derrumbe masivo de viviendas autoconstruidas sin dirección técnica. El sismo no solo derrumbaría paredes; provocaría deslizamientos que sepultarían barrios enteros.
3. El Centro Histórico: Una Trampa de Adobe: Las casonas de quincha y adobe de Barrios Altos, el Rímac y La Victoria, reliquias de un pasado arquitectónico, se convertirían en polvo. Su fragilidad ante un sismo de esta magnitud garantiza un colapso casi total, atrapando a miles de familias.
Las Cifras del Horror: Más Allá de los Escombros
Basado en un simulacro de un sismo ocurrido a las 8:00 p.m., cuando la mayoría de familias está en casa, los números estimados por INDECI son escalofriantes:
- Muertos: Más de 110,000 personas.
- Heridos: Cerca de 2 millones.
- Damnificados (sin hogar): Más de 3 millones.
La principal causa de muerte no sería el sismo en sí, sino sus consecuencias directas: el aplastamiento por el colapso de viviendas informales (60-70% de las muertes), el ahogamiento por el tsunami, los deslizamientos de tierra y los incendios masivos que se desatarían por fugas de gas y cortocircuitos, imposibles de controlar con una ciudad en ruinas.
Edificios Modernos vs. Casas Antiguas: La Falsa Sensación de Seguridad
Mientras que las antiguas casonas de adobe y las viviendas informales tienen un destino casi sellado, ¿qué pasaría con los modernos edificios que pueblan distritos como Miraflores, San Isidro o Surco?
La norma sismorresistente peruana está diseñada para salvar vidas, no edificios. Esto significa que una torre moderna está construida para deformarse y agrietarse, pero no para colapsar, permitiendo la evacuación. Sin embargo, el «enemigo oculto» es la corrupción y la informalidad en el sector construcción. Edificios levantados con materiales de menor calidad o sin respetar los planos sí corren un riesgo real de derrumbe.
La conclusión es clara: aunque no se espera un colapso masivo de edificios modernos, cientos de ellos quedarían inhabitables, convirtiéndose en esqueletos de concreto y acero. La verdadera catástrofe estructural se vivirá en la periferia y el centro histórico.
La Advertencia está Hecha: Prevenir es la Única Salida
Este análisis no busca generar pánico, sino subrayar la urgencia de la prevención. Las cifras y los escenarios demuestran que la informalidad, la falta de fiscalización y la escasa cultura de prevención son tan peligrosas como el propio sismo.
La pregunta que todo limeño debe hacerse no es si ocurrirá, sino cuándo. Reforzar las viviendas, exigir construcciones seguras, tener una mochila de emergencia y, sobre todo, participar activamente en los simulacros de evacuación, especialmente en zonas de riesgo de tsunami, son las únicas herramientas que tenemos para evitar que esta proyección científica se convierta en la página más oscura de nuestra historia.
Recomendaciones para las autoridades políticas:
- Reforzamiento de la infraestructura: Implementar y hacer cumplir estrictas normas de construcción antisísmica para todas las edificaciones nuevas y promover el reforzamiento estructural de las construcciones existentes, especialmente las más vulnerables como escuelas, hospitales y edificios públicos.
- Planificación urbana y zonificación: Realizar estudios de microzonificación sísmica para identificar las zonas de mayor riesgo y regular el uso del suelo en consecuencia, evitando la construcción en áreas de alta vulnerabilidad.
- Sistemas de alerta temprana: Desarrollar e implementar sistemas de alerta temprana de terremotos y tsunamis que permitan a la población tener unos segundos o minutos de advertencia para tomar medidas de protección.
- Planes de respuesta y evacuación: Elaborar y actualizar periódicamente planes de respuesta a emergencias y evacuación claros y detallados, incluyendo rutas de evacuación seguras, zonas de refugio y protocolos de actuación para los diferentes organismos de respuesta (bomberos, policía, salud, etc.).
- Simulacros y capacitación: Organizar simulacros de terremoto y tsunami de manera regular en escuelas, centros de trabajo y comunidades para familiarizar a la población con los procedimientos de seguridad y evacuación.
- Educación y concientización: Desarrollar campañas de educación y concientización pública sobre el riesgo sísmico, las medidas de prevención y autoprotección, y la importancia de tener planes familiares de emergencia.
- Gestión de recursos: Asegurar la disponibilidad de recursos necesarios para la respuesta ante emergencias, como equipos de rescate, suministros básicos (agua, alimentos, medicinas), albergues temporales y personal capacitado.
- Fortalecimiento de la resiliencia comunitaria: Fomentar la organización comunitaria para la gestión del riesgo de desastres, promoviendo la creación de brigadas vecinales y capacitando a la población en primeros auxilios y búsqueda y rescate básico.
- Cooperación internacional: Establecer acuerdos de cooperación con otros países y organizaciones internacionales para el intercambio de conocimientos, tecnologías y experiencias en la gestión del riesgo sísmico.
Recomendaciones para la población:
- Preparación del hogar: Elaborar un plan familiar de emergencia que incluya puntos de encuentro, números de contacto importantes y roles para cada miembro de la familia. Preparar una mochila de emergencia con suministros básicos para al menos 72 horas (agua, alimentos no perecederos, botiquín de primeros auxilios, linterna, radio a pilas, ropa de abrigo, etc.).
- Seguridad en el hogar: Identificar y asegurar objetos que puedan caer durante un terremoto (estanterías, lámparas, cuadros). Conocer dónde se encuentran y cómo cerrar las llaves de gas, agua y electricidad.
- Participación en simulacros: Participar activamente en los simulacros de terremoto y tsunami para practicar las rutas de evacuación y los procedimientos de seguridad.
- Información y educación: Informarse sobre el riesgo sísmico en la zona, las medidas de prevención y autoprotección, y los planes de respuesta a emergencias.
- Solidaridad y colaboración: Estar preparado para ayudar a vecinos y personas vulnerables en caso de emergencia. Participar en iniciativas comunitarias de preparación y respuesta ante desastres.
- Mantenimiento de la calma: Durante un terremoto, mantener la calma y seguir los procedimientos de seguridad aprendidos (ubicarse en zonas seguras como debajo de mesas resistentes, alejarse de ventanas y objetos que puedan caer).
- Conciencia de las señales de tsunami: Si se vive cerca de la costa, estar atento a las señales de un posible tsunami después de un terremoto (fuerte temblor que dificulta mantenerse en pie, ruido fuerte y repentino del mar, retroceso inusual del mar). En caso de alerta de tsunami, evacuar inmediatamente hacia zonas altas y seguras.
La combinación de medidas proactivas por parte de las autoridades y la participación informada y responsable de la población son fundamentales para reducir la vulnerabilidad y aumentar la resiliencia ante un evento sísmico de gran magnitud.
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