El asesinato del corresponsal de Al Jazeera, Anas al-Sharif, en un bombardeo israelí no es un hecho aislado, sino el más reciente episodio en un conflicto que se ha convertido en el más mortífero para la prensa en la historia reciente. Organizaciones internacionales denuncian ataques deliberados y una campaña para silenciar a los testigos de la guerra, mientras Israel reitera sus acusaciones de terrorismo contra el periodista.
El reciente asesinato del periodista palestino Anas al-Sharif, corresponsal de la cadena Al Jazeera, eleva la ya sombría estadística de informadores fallecidos en la Franja de Gaza. Según el Sindicato de Periodistas Palestinos, con su muerte ya son 237 los comunicadores y trabajadores de prensa que han perdido la vida a manos del ejército israelí desde el inicio de la ofensiva. Organismos como el Comité para la Protección de los Periodistas (CPJ) y Reporteros Sin Fronteras (RSF) han calificado esta guerra como la más peligrosa y mortífera para los periodistas que jamás hayan documentado.
La alarmante cifra de víctimas mortales entre los profesionales de la información ha llevado a múltiples organizaciones a denunciar un patrón de ataques deliberados. En 2023, casi el 75% de los periodistas asesinados en todo el mundo murieron en Gaza. La situación se agrava por el veto de Israel a la entrada de prensa internacional independiente al enclave, lo que convierte a los periodistas palestinos en los únicos narradores sobre el terreno de la devastación causada por la ofensiva.
En este contexto de alto riesgo, se produjo la muerte de Anas al-Sharif.
Un ataque «selectivo» contra la prensa
A última hora del domingo 10 de agosto, un ataque aéreo israelí de precisión impactó una tienda de campaña utilizada por reporteros cerca del Hospital Al Shifa, en la Ciudad de Gaza. En el bombardeo murió Anas al-Sharif, de 28 años, junto a otros cuatro miembros del equipo de Al Jazeera: el corresponsal Mohammed Qreiqeh, los operadores de cámara Ibrahim Zaher y Moamen Aliwa, y el conductor y asistente de fotografía Mohammed Nofal.
Minutos antes de morir, Al-Sharif había publicado en la red social X un video de las explosiones cercanas, describiendo un «bombardeo sin parar». En un texto premonitorio advirtió: «Si esta locura no termina, Gaza quedará reducida a ruinas, las voces de su gente silenciada, sus caras borradas. Y la historia los recordará como testigos silenciosos de un genocidio que decidieron no detener».
Acusaciones cruzadas y la respuesta internacional
El ejército israelí confirmó el ataque y afirmó que su objetivo era «el terrorista Anas al-Sharif, que se hacía pasar por un periodista». En un comunicado, lo acusaron de liderar una célula de Hamás y de promover ataques con cohetes. Como supuesta prueba, presentaron documentos de origen no especificado que, según ellos, lo vinculaban al grupo desde 2013.
Al Jazeera condenó enérgicamente lo que calificó como un «asesinato selectivo» y un «ataque flagrante y premeditado contra la libertad de prensa». La cadena catarí sostuvo que el ataque se produjo tras repetidas incitaciones por parte de funcionarios israelíes contra Al-Sharif y sus compañeros, y responsabilizó a Israel de atacar deliberadamente a sus periodistas.
Estas acusaciones no son nuevas. Organizaciones de defensa de la libertad de prensa ya habían alertado sobre el peligro que corría el periodista. El Comité para la Protección de los Periodistas (CPJ) había pedido a la comunidad internacional que tomara medidas para protegerlo. La relatora especial de la ONU sobre la libertad de expresión, Irene Khan, había expresado previamente su preocupación y rechazado las acusaciones de Israel contra Al-Sharif por carecer de fundamento. Por su parte, Reporteros Sin Fronteras (RSF) ha cuestionado la validez de las pruebas presentadas por Israel, señalando que «la mera publicación de documentos no constituye prueba suficiente de afiliación o licencia para matar».
Anas al-Sharif, la voz que Israel silenció
Nacido en el campo de refugiados de Jabalia, Anas al-Sharif, de 28 años, era uno de los corresponsales más reconocidos en Gaza, con más de medio millón de seguidores en X. Padre de dos hijos pequeños, había perdido a su propio padre en un ataque israelí en diciembre de 2023, pero se negó a abandonar su labor informativa en el norte del enclave.
En una carta que dejó para ser publicada en caso de su muerte, escribió: «Si estas palabras mías les llegan, sepan que Israel ha logrado matarme y silenciar mi voz… He vivido el dolor en todos sus detalles, he probado el sufrimiento y la pérdida muchas veces, pero nunca dudé en transmitir la verdad tal como es». Su último deseo fue un ruego: «No olviden a Gaza… Y no me olviden en sus oraciones».
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