Desde que Estados Unidos lanzó las bombas atómicas en Hiroshima y Nagasaki, que marcaron el fin de la Segunda Guerra Mundial, en agosto de 1945, las naciones que tienen proyectos nucleares han continuado investigaciones alrededor de la creación de bombas cada vez más poderosas y devastadoras.
La bomba atómica, que fue utilizada en Japón, demostró tener una capacidad destructiva nunca antes vista en ese entonces. Sin embargo, de ella nació una bomba incluso más poderosa: la bomba termonuclear, mayormente conocida como la Bomba-H, o bomba de hidrógeno.
Pero, aparte de sus diferencias destructivas, ¿cuáles son las diferencias entre las bombas atómicas y las termonucleares? En primer lugar, vale la pena entender que las bombas de hidrógeno no podrían existir sin los avances conseguidos con la creación de las bombas atómicas. A continuación las explicaciones según la Enciclopedia Britannica.
Detonación y tamaño
Una bomba atómica es detonada a través de un proceso conocido como fisión nuclear. Lo que quiere decir que la energía que genera la explosión surge de la ‘división’ del núcleo de un átomo. Para que este proceso se pueda dar, el núcleo del isótopo de uranio-235 o de plutonio-239 es impactado con un neutrón libre.
Más allá de explicaciones técnicas, cuando se produce esta división nuclear, se generan niveles altísimos de calor, que pueden ocasionar incendios. También genera ondas de choque desde el punto central de la explosión, que pueden destruir construcciones a varios kilómetros de distancia.
Probablemente, el efecto más duradero de las bombas atómicas es la generación de lluvia radioactiva, pues los isótopos que componen la bomba son radioactivos a su vez. Estos efectos también pueden provenir de accidentes nucleares como el visto en Chernobyl o en la central nuclear de Fukushima, tras el terremoto del 2011. Hasta mediados del 2021, según el periódico en inglés japonés ‘The Japan Times’, aún había evidencia de actividad radioactiva en los mares que rodean Fukushima.
Sin embargo, las bombas de hidrógeno tienen una capacidad destructiva incluso más alta. En el medio alemán , ‘DW’, explicaron que mientras que una bomba atómica se mide en kilotones, es decir miles de toneladas de dinamita, las bombas termonucleares se miden en megatones, o sea en millones de toneladas de dinamita.
Esto se debe a que las bombas de hidrógeno se detonan en varias fases. La primera es como una bomba atómica controlada, que por las altas temperaturas que alcanza, desencadena la siguiente fase. A diferencia de la bomba atómica, cuya detonación se da por la división del núcleo, la bomba de hidrógeno se da gracias a la fusión de dos núcleos de hidrógeno. Es decir, por la unión de dos núcleos.
Aunque parezca contraintuitivo que la unión de dos núcleos pueda generar una explosión tan fuerte, es importante retomar que para que el hidrógeno se ‘pegue’ entre sí, debe alcanzar temperaturas de millones de grados. Hasta la fecha, nunca se han detonado bombas termonucleares en acciones bélicas, pero sí han habido constantes pruebas de detonación desde 1952.
También, desde el fin de la Segunda Guerra Mundial, han existido colectivos de científicos que se oponen completamente a que las naciones tengan arsenales de armamento nuclear. Ante las Naciones Unidas, 190 países hacen parte del Tratado de No Proliferación de Armas Nucleares, con su última ratificación a finales del 2020.
Las nueve naciones que poseen armamento nuclear actualmente son: Estados Unidos, Reino Unido, Francia, la Federación Rusa, China, India, Israel, Corea del Norte y Pakistán. De estos, sólo los primeros cinco países tienen permitido tener dichas armas.