Mientras el tráfico ahoga la ciudad y la inseguridad no da tregua, los regidores metropolitanos encontraron tiempo y consenso para aprobar, en trámite exprés, un «reajuste» a sus ingresos mensuales.
Lima, 13 de junio de 2025. – En una demostración de eficiencia que ya quisieran los millones de limeños para solucionar el caos del transporte público o la limpieza de las calles, el Concejo Metropolitano de Lima, liderado por el alcalde Rafael López Aliaga, ha resuelto uno de los asuntos más apremiantes de su agenda: el incremento de sus propias dietas. Con la urgencia que la ocasión ameritaba, se aprobó por mayoría el Acuerdo de Concejo N° 203, dejando claro cuáles son las prioridades en el Palacio Municipal.
El pasado 12 de junio, en una sesión ordinaria que pasará a la historia no por sus grandes soluciones para la capital, sino por su pragmatismo financiero, los «padres de la patria» limeña decidieron que sus bolsillos merecían una actualización. Amparados en una oportuna Ley (N° 32269) publicada en marzo, que convenientemente ata sus ingresos al sueldo del alcalde, los regidores no perdieron tiempo en hacer los cálculos.
El resultado: a partir de julio, cada regidor pasará de percibir un máximo de S/ 4,290.00 a S/ 4,680.00 mensuales. El incremento, de S/ 390 por regidor, puede parecer modesto para algunos, pero en su conjunto representará un costo adicional al presupuesto de la ciudad de hasta S/ 182,520.00 anuales. Un dinero que, según el propio acuerdo, ya está previsto y no afectará, al parecer, ninguna obra vital. O quizás este era el proyecto más vital de todos.
Lo más notable del acuerdo no es el monto, sino la velocidad. El documento menciona explícitamente que la aprobación se dio «por mayoría y con dispensa del trámite de aprobación del acta, para su inmediata ejecución». En buen cristiano: se aprobó y se ejecuta ya, sin esperar las formalidades que a menudo retrasan proyectos de verdadera necesidad pública. Una celeridad digna de mejores causas.
Mientras tanto, en las calles de Lima, el ciudadano de a pie sigue esperando con paciencia franciscana que el Metropolitano no colapse, que los corredores funcionen, que los baches sean tapados y que se pueda caminar por el centro sin temor a ser asaltado. Problemas complejos, sin duda, que no se resuelven con un simple acuerdo y una firma.
La justificación legal es impecable. Informes de Presupuesto, dictámenes de Asuntos Jurídicos y bendiciones de diversas comisiones pavimentaron el camino para que el aumento fuera una realidad sin contratiempos. La burocracia, tan lenta y engorrosa para los trámites del ciudadano común, se convierte en una máquina perfectamente engrasada cuando el beneficio es para los propios funcionarios.
Así, mientras los limeños esperan soluciones a problemas que datan de décadas, nuestros regidores ya pueden dormir tranquilos. Han asegurado que su «asistencia efectiva» a dos sesiones al mes será mejor recompensada. Los ciudadanos, por su parte, solo esperan que esa misma efectividad se traduzca, algún día, en soluciones reales para la ciudad que dicen representar.
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