Por: Laura Gutiérrez Carrasco
El discurso unísono que ha orquestado la prensa dominante hacia la figura del profesor Castillo desde que este pasara a la segunda vuelta hasta su triunfo sobre Keiko Fujimori, engrosa la lista que a nivel internacional suman importantes medios de comunicación como actores desestabilizadores en los procesos electorales de varios países del continente, y en donde la parte afectada representa a la alternativa progresista. Todo indica que en el escenario informativo y comunicacional peruano post elecciones los lineamientos serán los mismos que durante la campaña presidencial. Uno de los tantos desafíos que deberá enfrentar la agrupación del lápiz encabezada por Pedro Castillo.
Breve entrevista a Marco Teruggi, sociólogo y periodista. Corresponsal de Sputnik y Página 12
El argentino Marco Teruggi llegó a Lima a finales de mayo pasado para cubrir los pormenores de una segunda vuelta electoral inédita en todo sentido. Con fecha estimada para la proclamación del presidente electo Pedro Castillo a pocos días del 28 de julio, y en un contexto en que los discursos de odio y la proliferación de noticias falsas ya casi no indignan, discursos que en algunos casos son retroalimentados a través de figuras mediáticas del supuesto periodismo veraz, surge el interés de saber las impresiones de este cronista y analista político internacional acerca del papel que juegan los grandes medios de comunicación tradicionales y su versión en las redes sociales, a qué intereses obedecen especialmente si estos se autodenominan adalides de una objetividad que no existe.
Según su experiencia en otros países, Teruggi distingue 4 grandes carriles comunicacionales. Unos que suelen estar en grandes grupos comunicacionales económicos que son también políticos; otros que son las agencias internacionales con mucho peso en los países de conflicto de relevancia internacional. Otro en las comunicaciones estatales, y otro finalmente, en un universo heterogéneo de medios alternativos, de organizaciones que no responden a las agendas de los grandes medios ni de los gobiernos ni de las grandes agencias internacionales.
“Cada una tiene su propia agenda. Lo que ha venido pasando es que en varios países el primer espacio que es el espacio de los grandes medios concentrados que son pocos, terminan acaparando una gran parte de espacios comunicacionales, sea escrito, radiales, televisivos, incluso en redes sociales, digo sobre estos cuatro carriles que a su vez tienen su expresión en las redes sociales.
En el cuarto carril se le podría agregar todo lo que es el universo de las personas que tienen grandes cuentas en redes sociales. Ahora, ese gran espacio de los medios concentrados que son grupos económicos y actores políticos han venido teniendo un rol muy complicado en las democracias latinoamericanas, en las democracias también europeas, por ejemplo, en el caso francesa, porque tienen una política de expansión de compra de medios de concentración y de capacidad de marcar agenda que termina siendo una agenda que muchas veces presentada como periodística es una agenda política. Para ir al caso concreto me parece que Argentina es un caso muy emblemático, con el Grupo Clarín, un grupo que nace como medio pero pasa a ser un grupo económico y es un actor político y me parece que es muy claro también en el caso del Perú un actor como El Comercio por ejemplo, que se ve digamos sobre todo en los momentos de crisis, en este caso lo que representa la victoria de Castillo o el caso de Argentina cada vez que hay un gobierno que no sea del signo deseado por el Grupo Clarín”.
Aterrizando en el plano local y visto el desenvolvimiento de la prensa concentrada en los picos más altos en cuanto a virulencia durante la campaña contra Castillo, no es difícil deducir que se viene una tercera fase tras dos intentos fallidos de traerse abajo al profesor. No pudieron con el cuco del comunismo y la amenaza de catástrofe económica que según ellos él representa. Tampoco hubo éxito con el intento de golpe de estado que la prensa ayudó a legitimar. Y ahora es evidente que estamos presenciando el preámbulo de una política de asedio mediático al gobierno de Perú Libre que todavía no empieza.
“Eso es peligroso porque va generando una inmensa fractura social, política, que ya está en otras sociedades pero que se traduce en identidades políticas, y es peligroso porque son medios que seguramente van a alentar, legitimar discursos de odio, discursos desestabilizadores, que sigan haciendo ver a una parte de la población que Castillo no ganó las elecciones, que no es el presidente legítimo, y todo eso evidentemente va a afectar al gobierno de Castillo y a la democracia en sí digamos; a la posibilidad que gobierne un presidente en un signo distinto al de los grandes medios y grandes factores de poder político y económico del Perú. Finalmente, lo que está en debate es la democracia”.
Teniendo claro a dónde apunta la maquinaria de la prensa concentrada cuando quien asume un gobierno no se alinea a los intereses de la agenda económica de los grandes grupos ni de la agenda geopolítica, cabe preguntarse no solo qué es lo que se debe hacer en estos casos, sino además si hay algo aleccionador entre las experiencias de otros países como por ejemplo de Venezuela, que hasta el día de hoy mantiene una relación álgida con las grandes corporaciones de medios nacionales y extranjeros, responsables de alimentar la imagen sobredimensionada sobre la realidad de este país, con el único fin de desestabilizar al gobierno.
“En Venezuela hubo sí grandes medios desestabilizadores al principio, por ejemplo, Globo Visión, apodada “Globo Terror” porque justamente era un canal que trabajaba fuertemente la legitimación y el incentivo al golpe de 2002; el Willax de aquella época, por eso son esquemas conocidos. Pero no hay como hay en Argentina con el Grupo Clarín, o en Brasil con la Red Globo o acá con El Comercio, o en Colombia con Caracol, no hay este gran grupo que predomina sobre el conjunto de la escena. Eso hace que haya desde hace mucho tiempo también mucha presencia de la disputa política a través de las redes sociales, y la derecha haya invertido mucho caudal de dinero en Twitter, en Instagram en Facebook justamente por no tener grandes artillerías mediáticas, pero sí teniendo a su favor agencias internacionales que creo que en el caso de Venezuela es el caso donde más notoriamente están jugando un rol político, para Venezuela es una empresa de crisis permanente entonces, como te decía, en momento de tranquilad todo es más difuso, pero en momentos de crisis, de pico, de conflictividad es donde se ve como cada actor se para, ahí uno puede ver con más claridad la política de esas grandes agencias de medios”.
Fue Hugo Chávez quien optó por construir un aparto de comunicación gubernamental que fortaleció a las radios locales comunitarias en todo el país. Evo Morales hizo algo similar en Bolivia también, una alternativa que, con errores y aciertos, no estaría de más que tomáramos como referencia ante el eventual diseño de un mecanismo comunicacional popular en nuestro país. Una plataforma participativa y que sea de largo alcance.
“La pregunta es cuando se pierde el gobierno – partiendo de la premisa de que es posible que se pierda en un momento – ¿qué queda? Y ahí es la importancia de desarrollar una serie de medios que no dependan de los grandes medios corporativos ni del estado, sino que tengan su propia capacidad y autonomía económica y, por ende, política y comunicacional. Entonces yo creo que Chávez lo resolvió así además de sus programas y de todo ese universo de medios que iba alrededor de su gobierno, fortaleció todas las radios comunitarias, con una política muy fuerte al principio. En el caso de Bolivia para seguir con ejemplos concretos hubo un trabajo de desarrollo de medios estatales, muchas radios locales comunitarias ligaban la dinámica sociopolítica boliviana; pero cuando hubo el golpe estado, al día siguiente los medios estatales pasan a adoptar la línea comunicacional del gobierno de facto y lo que estaba por fuera no tenía en general alcance nacional.
Es decir, las radios locales comunitarias no tenían capacidad de articular un mensaje común para hacerle frente a la gran maquinaria que estaba conformada por las agencias internacionales, los medios corporativos y a partir del golpe, de los medios en manos del estado».
En el caso de un país tan centralista como el Perú, en donde la realidad que se vive en las demás regiones no suena en los medios masivos manejados desde la capital excepto si se trata de una desgracia, huelga o de algún enfrentamiento con las autoridades y/o empresa minera, se vuelve entonces imperativo reabrir el debate de la libertad de expresión y en especial el derecho a la libertad de comunicación del ciudadano de a pie, de comunidades alejadas, desatendidas, de diversos colectivos, quienes tienen una agenda de interés social. Algo muy diferente de aquello que concierne a la libertad de empresa y los derechos de los dueños de los medios de comunicación privados y que se suele repetir erróneamente en la esfera de la opinión pública equiparándolo con la libertad de prensa y de elección sobre qué contenidos consumir.
“Ahí – en Bolivia – hay una experiencia que es interesante que es la de la radio Kawsachun Coca, una radio que está en el Chapare, en Lauca Eñe, que es justamente una radio comunitaria que tomando en cuenta eso, empezó a desarrollar un trabajo en redes sociales, incluso en inglés. Y eso ha permitido romper un poco la limitación en ese tipo de escenario de lo local, cómo trabajar una construcción mediática local pero también con alcance nacional, ese ejemplo creo que es interesante. Habrá que ver qué pasa acá en Perú, cómo se fortalece toda la órbita comunicacional de los medios públicos para que sean interesantes, atractivos, que sean medios que logren construir una comunicación inclusiva e incluyente y de forma de la cual la gente se sienta atraída por esos medios, ese el doble desafío pero también qué se va a construir fuera de eso, cómo se va a fortalecer un entramado que no construya necesariamente lo que diga el gobierno y permita una elaboración a la serie de mensajes interpretaciones políticas que haga más democrática la democracia”.
Teruggi muestra cierto entusiasmo cuando se explaya en las formas diversas en que actualmente se aborda la realidad internacional. Si bien es cierto que no resulta simple hablar de objetividad e imparcialidad a secas cuando sabemos que los medios responden a sus propias agendas, sí cree que es determinante que al existir una heterogeneidad internacional muy rica esta refleja la heterogeneidad geopolítica.
Y es que como él mismo asegura, hoy ya no solo están los grandes canales y agencias internacionales estadounidenses, sino también TeleSur con base en Venezuela, Hispán TV con base en Irán o RT con base en Rusia.
“(…) también tenés otras formas de abordar la realidad geopolítica, cada una situada; todo el mundo sabe que es situado. Y después hay la cuestión de los medios públicos que son talvez un espacio que suele ser relegado. Yo creo que en Argentina hubo una muy buena experiencia en el gobierno de Néstor Kirchner y Cristina Fernández, con los medios públicos, se transformó de Canal Público en un canal como el Canal Encuentro (conocido canal educativo y cultural) que no fueron canales partidarios, sino que fueron canales con una mirada sobre la totalidad. Cuando vino Macri no lo cerró, pero lo desfinanció, borró los contenidos. Lo llevó a la irrelevancia.
Muchas veces es más inteligente políticamente antes que cerrar algo anularlo”.
Finalmente, reflexiona acerca del fenómeno del manejo de las redes sociales dentro de las últimas campañas presidenciales, desde Trump hasta Bolsonaro. Quizás de los cuatro carriles comunicacionales que ya antes ha mencionado, este canal es puntualmente directo y eficiente porque el mensaje llega de manera personalizada a un grupo de gente en particular siguiendo el uso de una serie de algoritmos. El tema aquí es qué tan legítima es la práctica o si debieran establecerse ciertos parámetros.
“Te diría que primero se han convertido – las redes sociales – en un actor muy importante en la comunicación en general y en la política en particular. Hoy difícilmente podría haber una campaña política que no tenga diseñada una arquitectura para trabajar con mucha fuerza propuesta en las redes sociales. Una arquitectura o diseño que cuesta dinero, que cuesta empresa que haga eso, o sea cuánto dinero se invierte en eso, pero que permite una serie de llegada de mensajes muy potentes, de manera lícita o ilícita.
Por ejemplo, cuando Bolsonaro, durante su campaña hizo toda una utilización de las plataformas de WhatsApp consiguiendo todos los números de teléfono para poder hacer unos mensajes segmentados evidentemente uno se pregunta ¿y cómo logró hacer eso? Y en el caso del escándalo de Cambridge Analytica (empresa de datos) en la campaña de Trump que también había estado en la campaña del Brexit, hay un documental en Netflix muy bueno sobre eso, por lo menos deja entrever algo.
Entonces yo creo que hoy todas las agendas políticas tienen su parte en redes sociales que después se traduce de forma diferente en cada país según cuál se utiliza más o menos digamos. Hay algunos elementos comunes en twitter, que siempre es la más política de todas en el sentido estricto, en algunos países tiene más peso que en otro, pero también en Facebook, en Instagram, en Tik Tok, y ahí digamos es capacidad de inversión, de política, de segmentación y me perece que también a través de esas vías se han hecho, además de un millón de noticias falsas muy grandes, operaciones políticas, sobre todo en el ámbito de twitter de construcción de tendencia, de un millón de subjetividades.
En el caso de Bolivia por ejemplo cuando fue el golpe de estado se crearon miles de cuentas de Twitter. En el caso de Ecuador en la campaña de Lasso fue la misma ingeniería, la creación de cuentas falsas, cuentas falsas que agitaban una serie de ideas. En el caso de Cuba antes que empiecen las protestas también hubo un diseño en redes sociales. Ahí hay una suerte de formato repetido en cada lugar, que ni explica todo pero que sí da cuenta que es un espacio bien trabajado con una serie de mecanismos. Eh, yo creo que ahí hay que moverse, hoy no se puede pensar ni en la comunicación ni en la política sin pensar en eso”.