Google fue declarado culpable de monopolio ilegal en un juicio histórico, en Estados Unidos. Descubre cómo este fallo podría impactar al gigante tecnológico y al marketing digital en el mundo.
El pasado lunes 5 de agosto, el Departamento de Justicia de los Estados Unidos (DOJ) dictaminó que Google mantiene un monopolio ilegal de los motores de búsqueda. Determinó, también, que aplica prácticas monopolizantes sobre los servicios de publicidad web. Este juicio marca una conclusión parcial a la demanda iniciada en 2020, también por el DOJ.
DOJ vs. Google, los puntos clave
Hace apenas unos días, la justicia estadounidense determinó que Google funciona como un monopolio, tanto para la búsqueda como para la publicidad web. Durante todos estos años Google habría mantenido su parte del mercado de los motores de búsqueda y publicidad al restringir la entrada de nuevos competidores y crear circuitos de retroalimentación.
¿Por qué esto es motivo de condena? Porque, como el Juez Amit Mehta determinó, que este tipo de prácticas va en contra de la sección 2 de la Ley de Sherman, que prohíbe los monopolios. Se espera, así, que este fallo establezca un precedente para futuras sentencias en contra de otros gigantes tecnológicos como Apple, Amazon o Meta.
De esta manera, el fallo del tribunal consideró que la publicidad por búsqueda general (esto es, los anuncios pagos en las SERP) no son, en sí, un negocio. Por lo tanto, Google no tendría un monopolio propiamente dicho en esta área.
Monopolio web
Durante el proceso judicial contra Google, comenzado en septiembre del año pasado, el tribunal se centró en los acuerdos de búsqueda exclusiva que esta empresa tiene con Android y Apple. Gracias a ellos, Google habría podido plantarse como el buscador por defecto en un amplio número de mercados.
¿Cómo funciona esto? A grandes rasgos, de dos formas distintas:
Google paga 20 billones de dólares al año para que Apple lo integre como el motor de búsqueda por defecto para su navegador, Safari. Si bien los usuarios pueden reconfigurar esta configuración, es harto conocido que la mayoría no lo hace.
Google exige, de manera contractual, que los fabricantes de dispositivos cuyo sistema operativo sea Android incluyan, desde fábrica, determinadas apps de Google… Que en la mayoría de los casos no se pueden desinstalar (ni dejar de usar).
Eso sí, debe tenerse en cuenta que, si bien Android es el sistema operativo del mismísimo Google, este comportamiento resulta (según se determinó) anticompetitivo. Además, también va en contra del reclamo realizado por Google (entre otros) a Microsoft, en 2005.
Por otra parte, las prácticas monopolizantes de Google son más “clásicas”: adquirir compañías rivales, neutralizar a sus competidores, obligar a la utilización de sus aplicaciones y manipular las subastas en su bolsa de anuncios. De esta manera, Google habría conseguido acaparar más del 30 % de los dólares invertidos, hoy en día, en sistemas de publicidad digital.
Además, se le criticó a esta plataforma que opere en tres áreas del mercado: intercambio, compra y venta. Es decir, del lado del cliente, del vendedor y como intermediario. Esto, según se argumentó, permite que Google abarque la totalidad del proceso de compra-venta.
En conjunto, estas prácticas contribuyen, por lo pronto, a que Google no necesite mejorar su oferta para tener asegurada la demanda. Desde el punto de vista de quienes utilizan Google para realizar anuncios publicitarios, las consecuencias son económicas.
Al no haber competidores que regulen naturalmente los costos, quedan sujetos a las decisiones del algoritmo (o de los CEOs) de Google. Por no hablar de que, en el caso de que las campañas de marketing en Google no resulten redituables, será más difícil todavía que lo sean en otros motores de búsqueda y publicidad.
Juicio contra Google: antecedentes
Los orígenes de este fallo del DOJ, si se hila fino, pueden rastrearse hasta los conflictos entre Microsoft y Google, a principios de los 2000. Un antecedente más concreto, sin embargo, es la demanda antimonopolio del DOJ y un grupo de abogados contra los servicios de búsqueda de Google, realizada en 2020.
Con ella, el departamento de justicia denunció que Google retenía el 88 % del mercado de búsqueda en Estados Unidos y más del 70 % de los anuncios de búsqueda. Según se argumentó, la falta de competidores fuertes propiciaría que sus servicios fueran de baja calidad, perjudicando a sus consumidores.
Esta demanda se unió a un segundo proceso, también iniciado por el DOJ en ese entonces, contra el monopolio de Google sobre sus sistemas de publicidad digital. Dado que se trataba de demandas similares, se determinó que combinar ambas demandas serviría para agilizar procesos prejudiciales, como la recolección de evidencia.
¿Apelación a la vista?
Si bien el juicio finalizó hace apenas unos días, Google ya declaró que planea apelar el fallo. De acuerdo con el presidente de Asuntos Internacionales de Google, Kent Walker, la corte estableció que, si bien, el servicio de búsqueda ofrecido por Google es superior, no debería ser tan fácilmente accesible.
La empresa de Alphabet considera que, dadas estas circunstancias, la penalización no viene al caso y resulta contraria al “ecosistema” del mercado. Por el momento, hasta que no se resuelvan las más que probables réplicas de Google, no determinarán las reparaciones o sanciones que la empresa debe cumplir.
Marketing digital: Consecuencias del juicio contra Google
Y es que el juicio dictaminó que Google posee un monopolio ilegal sobre la búsqueda web, pero no especificó la penalización que se aplicará a la empresa. Por lo tanto, es difícil pronosticar qué consecuencias tendrá para el mundo del marketing digital.
Las posibilidades son varias y van desde una multa hasta la disolución de la empresa (pero esta última es bastante poco probable). Ambas partes (Google y DOJ) presentarán propuestas de reparaciones antes del 4 de septiembre, que se tratarán en un nuevo juicio.
En todo caso, algunos resultados que pueden esperarse (y para los que no está de más prepararse) son:
- La separación de YouTube y Google. Esto eliminaría un importante medio publicitario para los anuncios web, en especial los de tipo PPC.
- Dificultades para la recolección y el manejo de datos. En especial, si se trabaja con Google Search Console y aplicaciones similares. Esto se debe, también, a que las campañas automatizadas en Google dejarían de ser “mixtas” y se enfocarían en canales específicos.
- Múltiples plataformas publicitarias. Como se anticipó en el punto anterior, la “disolución” del conglomerado de Google implicaría que las campañas de marketing digital deban particularizarse. Es decir, una plataforma por tipo de campaña, con la complejización que esto conlleva.
En otras palabras, por el momento se espera que el resultado del juicio DOJ vs. Google cause que el marketing digital se vuelva más particularizado. De manera paradójica, este fallo contribuye a pluralizar el acceso al mercado de los anuncios… Pero exige que se cuenten con conocimientos específicos para desenvolverse exitosamente en este nuevo panorama.
Por otra parte, hay que tener en cuenta que, como buscador, Google no dejará de dominar el mercado de un día para el otro. Cerca del 90 % del público actual utiliza este buscador ya sea por comodidad (al ser la opción por default), confianza u otros motivos. Un cambio contundente a corto plazo no parece estar a la vuelta de la esquina.
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